Os anunciamos el lanzamiento de un monográfico sobre Carretera Perdida.
Este pasado XX se puso a la venta el libro Carretera Perdida. Paseos con David Lynch. Coordinado por Roberto Amaba y editado por Shangria Ediciones, este monográfico sobre una de las películas más icónicas de Lynch está compuesto por 13 textos escritos por diferentes autores.
En breve dispondremos de un ejemplar para poder realizar una reseña de sus 294 páginas con más detalles, pero por lo que conozco hasta ahora del libro tiene muy buena pinta.
Os dejo con la descripción del mismo, sacada de su página web. Podéis comprar el libro aquí.
Dick Laurent está muerto. Esta sencilla oración copulativa forma parte de la memoria colectiva de toda una generación de aficionados al cine. Son las primeras y las últimas palabras que el espectador escucha en Carretera perdida. Podría decirse que abren y cierran la película, de no ser porque una de sus características consiste en redefinir los mismos conceptos de apertura y cierre. Enlazando ambas sentencias, un conjunto de subordinadas que se despliegan a la manera de una cinta de Moebius hasta sumirnos en la perplejidad. Pero en el mundo del arte, la perplejidad no siempre es sinónimo de confusión, ni fuente de irritación. Bien al contrario, el desasosiego, la incertidumbre y el extravío comportan, como asegura el propio David Lynch, cierto placer. Este volumen se ha realizado siguiendo esta máxima del placer y la diversión, orillando cualquier sentimiento de pérdida y quebranto.
Veintidós años después de su estreno, mientras nos empeñamos en avejentar el nuevo siglo, es oportuno regresar a una de las películas fundamentales para la comprensión del cambio de milenio. Porque Carretera perdida es la ilustración de un conflicto permanente entre los usos y los gustos cinematográficos, sociales y tecnológicos del pasado y del futuro. De aquel pasado analógico de hace dos décadas, y de este futuro digital. A la hora de esclarecer sus numerosas virtudes, conviene diversificar los intereses y los modos de acercamiento. Así, sobre esa superficie oscura y por momentos insondable, surgen líneas discontinuas de lucidez rubia, fluorescente. Análisis que nos guían por la tradición iconográfica del sexo, de la destrucción, de la mujer y de la locura. Una ruta por los paisajes, los ritmos sonoros y musicales, los caprichos fisiológicos de la mente y, en definitiva, por los distintos métodos que el ser humano ha encontrado para organizar el tiempo y el espacio de sus expresiones estéticas.
Si Dick Laurent está muerto, quizá haya llegado el momento de saber quién lo asesinó, cuándo y porqué.